Esperanza Para los que Dudan de Su Salvación 4

By: Dr. John Ankerberg, Dr. Erwin Lutzer; ©2003
Testimonio Personal del Dr. Erwin Lutzer.

Traducido y adaptado al castellano por el Licenciado en Teología, Roberto Bautista Álvarez

Contenido

  1. Introducción
  2. Entrevista

 

Introducción

Bienvenidos, tenemos una pregunta muy importante para ti hoy, y creemos que es la pregunta
más importante que cualquiera puede preguntar, y es esta: Cuando el tiempo de tu partida llegue
– ¿Sabes con certeza que pasarás la eternidad con Dios? La Biblia dice que puedes tener una
absoluta seguridad en tu ser – hoy mismo – y saber que eres uno de los hijos de Dios, y cuando
sea que mueras, sabrás que has sido salvo hoy, salvo mañana y salvo por siempre. Nuestro
invitado es el Dr. Irwin Lutzer, Pastor principal de la Iglesia Memorial de Moody en Chicago.
Illinois. Él nos ayudará a contestar esta pregunta importante de, ¿Cómo puedes estar seguro que
pasarás la eternidad con Dios? Y analizaremos está pregunta de muchas diferentes maneras, así
que espero que nos sigas con mucho cuidado.

 

Entrevista

Ankerberg: Estamos aquí hablando con el Dr. Erwin Lutzer, Pastor de la Iglesia Memorial de
Moody en Chicago. Quiero que él nos comparta cómo Dios ha obrado en su vida, la razón por la
que quiero que escuches esto es porque muchos de ustedes que son jóvenes, puedas preguntarte,
“¿Cómo una persona puede llegar a ser el Pastor de la Iglesia Memorial Moody en Chicago?
¿Cómo se puede esto puede suceder? Es muy interesante cómo Dios ha hecho que todo esto
suceda, y cómo Dios ha conducido a Erwin y ha influenciado su vida. Y Dios puede influenciar
tu vida también. Y quiero que él comparta esto contigo, creo que será algo muy inolvidable lo
que él nos va a contar, además de eso, muchos de ustedes, no conocen esta información, Así
pues, Erwin, estoy entusiasmado, primero háblanos de tus padres, de dónde ellos vinieron y
cómo se conocieron.

Lutzer: John, voy a hacer esto de forma breve, pero es algo fascinante. Sí, ellos nacieron en
Ucrania. Ellos eran personas de habla alemana, pero en Ucrania. Y es que, cuando la Primera
Guerra Mundial estalló en 1914, el gobierno ruso temió que los alemanes dentro de sus fronteras
podrían amotinarse y tomar lado con Alemania, así que los hicieron refugiados. La familia de mi
madre fue a Siberia—mucho sufrimiento, niños muriendo, y todo eso. La familia de mi padre se
fue a Afganistán, su mamá, y mi abuela, murió en Kabul, la ciudad que está en las noticias con
respecto a todas las cosas que han sucedido en Afganistán, ella fue puesta en una fosa común con
otras mujeres porque muchas personas murieron. Mi padre tenía 14 años, lo único que pudo
hacer fue arrojarse sobre la cama y llorar, afortunadamente, su padre seguía viviendo, mi abuelo,
a quien nunca conocí; pero no obstante, él y sus hermanos pudieron regresaron de donde habían
salido. Después de la Primera Guerra Mundial terminó, en 1918, mi padre se vino a Canadá
porque tenía un pariente allí, él vino solo, llorando por todo el camino, quiero decir, que él estaba
muy solo. Mi madre y su hermana vinieron también. Una de ellas tenía 21 y la otra tenía 22 años,
mi madre quería saber cómo llegar a ser una cristiana “nacida de nuevo”, por lo que comenzó a
asistir a esta pequeña iglesia a media milla de donde trabajaba, escuchó el Evangelio y se
convirtió de forma gloriosa.
Mi padre ya estaba en esa iglesia, y a través de la providencia de Dios, ella escuchó orar a mi
padre, en aquellos días los hombres oraban en un lado de la iglesia, y las mujeres en el otro. Mi
padre dijo a un amigo: “Ahora, si fueras yo, ¿con cuál de estas hermanas te casarías?”
Y el hombre le dijo a mi padre: “Me casaría con Wanda.” Así que mi padre encamino a mi
madre, Wanda, a casa por un kilometro de distancia – esta era su primera cita – y mi padre le
preguntó si ella se quiere casar con él. Y ella dijo: “Bueno, tengo que pensarlo.” Pero dentro de
dos semanas y media se casaron.
Ahora, ellos no recibieron ningún curso sobre cómo educar a los hijos; no había ningún James
Dobson, ni Bill Gothard, a nadie. Ellos simplemente creían que hay que orar, trabajar duro, les
enseñas a tus hijos a temer a Dios, y a odiar el pecado y eso era su contexto.
Y bien, ellos tuvieron cinco hijos – yo fui el último, y en nuestra casa, leíamos la Biblia todo el
tiempo, es decir, en alemán. Ellos nos la leían a nosotros, nos poníamos de rodillas cada mañana
después del desayuno y orábamos. También íbamos a la escuela, por supuesto, en una carreta de
caballo y con un trineo en el invierno. Nací en una pequeña casa de pueblo – mi madre ni
siquiera fue al hospital – a unos ocho kilómetros del pequeño pueblo de unos 75 habitantes.
Ahora, hay algo que sale a relucir, a la edad de seis o siete años, cuando venía a casa de la
iglesia, me gustaba imitar al Pastor, porque a pesar de que no había predicadores en cualquiera
de los lados de mi familia, había algo dentro de mí que me motivaba, era algo como si para esto
había venido al mundo, sabes, este deseo de predicar, es por eso que me ilusione con Billy
Graham.

Ankerberg: Así que a la edad de seis años estabas practicando ser un predicador.

Lutzer: Bueno, no quiero exagerar, a lo mejor tenía siete u ocho años, pero si recuerdo que era
muy joven, y venía a la casa y me iba a mi habitación y habría el himnario, pues era un
predicador y director de cantos también, y predicaba. Y cuando Billy Graham se estaba
volviendo famoso en los años 50, y por supuesto me sujete a él, y como un joven, mi generación
estaba envuelta con Elvis Presley, pero yo, por supuesto, estaba “envuelto” con Billy Graham.
Sabes, un día tuve la oportunidad de estar con él en su estudio y ¿Sabes qué fue lo interesante?
Pues, aquí estoy, y le estoy diciendo: “Señor Graham, toda mi vida he querido decirle algo.”
Él dijo: “¿Qué puede ser eso?”, le dije, “quiero que sepa, Sr. Graham, que desde joven lo he
admirado, he leído su biografía, y nunca sabrá lo mucho que ha significado para mí.” Y Billy
Graham frunció los labios y me dijo: “Oh, eso está muy mal.” Después de todo eso, sabes, él
dijo: “Nadie debe seguirme.” Él dijo: “Yo soy un indigno siervo de Cristo, nadie debería
seguirme.” Con la típica humildad de Billy Graham
Pero, no obstante, a pesar de que era un joven y por alguna extraña razón yo quería predicar. Fui
a una escuela secundaria cristiana y la mayoría de los estudiantes iban a la escuela bíblica que
estaba en ese mismo lugar. Y fui a rellenar mi solicitud para ingresar a esa escuela bíblica, y
Dios dijo: “No.” Yo nunca escribí mi nombre en la solicitud, a pesar de que me prometieron una
beca. Pero un amigo mío iba a ir a la Universidad Bíblica de Winnipeg y él me dijo: “Ven
conmigo”.
Bueno, a pesar de que quería quedarme con mis amigos, me fui para la Universidad Bíblica de
Winnipeg, y la primera semana lloré mucho y quería volver y todo eso. ¡Nadie había oído hablar
de la Universidad Bíblica de Winnipeg en aquellos días! Éramos sesenta estudiantes en total.
¿Por qué Dios me llevó allí? En mi tercer año un hombre con el nombre de Elmer Townes vino y
Elmer Townes era un líder muy reconocido y un profesor entusiasta, y él me dijo: “Erwin, tienes
que ir al Seminario de Dallas.” Nunca había oído hablar del Seminario de Dallas. Puesto que,
me críe en una granja de vacas lecheras. Pero, debido a su influencia y a una carta que él escribió
al seminario, me admitieron.
Allí, en el Seminario de Dallas conocí a mi esposa, nos conocimos en una iglesia. Le pedí si
quería ir a la cena de los que se graduaban conmigo, en ese momento, ella estaba saliendo con
otra persona y yo también estaba saliendo con otra persona. Pero, mi pareja no podía ir a la cena,
y así también la persona con quien ella estaba saliendo estaba en otra parte – así que fuimos y
recuerdo haber bromeado con ella y decirle que íbamos a ir a pasar nuestra luna de miel en
Colorado. ¿No es eso bastante atrevido? ¿Sabes qué? Nos casamos y tuvimos nuestra luna de
miel en Colorado, ya que la relación que ella tenía no funcionó, ni tampoco la mía, y Dios nos
unió.

Ankerberg: Ella es una mujer fantástica, Rebeca, se los aseguro.

Lutzer: Lo es, en realidad. Y luego, nos fuimos a Canadá; y después iba a venir a los Estados
Unidos para ir a una universidad, la Universidad de Drew, en la costa Este, pero nunca salí de
Chicago. Vine a Chicago debido a una escuela de verano que estaba asistiendo y me quedé aquí.
Dios no me dejaría ir a Drew, no tenía que saber por qué, pero es como si Dios dijo: “Este es el
lugar dónde debes de estar.”
Así que fui a la Universidad de Loyola, donde estudié filosofía, vine a ser el Pastor de la Iglesia
Bautista de Edgewater, fue un tiempo muy bueno, pero todavía estaba tratando de averiguar
exactamente por qué Dios me tiene aquí en Chicago.
Y así llegamos a la Iglesia Moody. Bueno, renuncie a la Iglesia Bautista de Edgewater, el último
domingo de abril de 1977, pues iba a comenzar a dar clases en el Instituto Bíblico Moody en el
otoño, y así fue, y en medio de todo esto, me encontraba trabajando en mi tesis para la
Universidad de Loyola donde estaba tratando de sacar un Ph.D. en Filosofía, que por cierto,
nunca termine de escribir la tesis, porque la Iglesia Moody, y es aquí donde quiero llegar en la
historia.
Pero bien, nos despertamos esa mañana de un domingo en abril, el primer domingo de abril, y no
sabíamos a cuál iglesia asistir, y Rebecca, que Dios la bendiga, ella quería ir a la Iglesia Moody;
y yo quería ir a la Iglesia Circle, que estaba en Chicago en ese momento. Ahora, John, por favor
no le digas esto a nadie – esto es sólo entre nosotros dos, ¿de acuerdo? Pero Dios me suele guiar
a través de mi esposa. Ahora, que esto sea así o no, no lo sé. Pero esa es la manera en que Dios
trata conmigo, y ella me dijo: “No, tenemos que ir a la Iglesia Moody”.
Le dije: “Está bien. Vamos a la iglesia Moody. “Mientras íbamos ella me dice, “Sabes, será muy
grato poder sentarme contigo, porque como Pastor, nunca puedo sentarme contigo, porque
siempre estás en la plataforma.” Pero bien, a estas alturas ya tenemos dos hijos, así que cuando
llegamos, los deje en la entrada de la iglesia, pues era muy difícil encontrar sitio donde aparcar
en esa época, es mucho mejor ahora, pero en aquellos días el aparcamiento era muy difícil en la
Iglesia Moody, así que le dije: “Nos encontramos en el vestíbulo, iré a aparcar el auto.” Y de
repente, John, veo a alguien caminando cruzando la calle de LaSalle, está buscando en sus
bolsillos por las llaves, y me dije, “Ese hombre está saliendo”. Y en efecto, salió y yo retrocedí y
aparque. Luego me fui al vestíbulo de la iglesia, encontré a Rebeca y ella me dice, “Sabes, no
podemos sentarnos juntos.” Warren Wiersbe, quien era el Pastor en esa época, a quien conocía
personalmente, pasaba por donde yo estaba en el vestíbulo, tenía puesto su sobre abrigo, él no
me ve, pero yo le veo, le puse mi mano sobre su hombro, y dije, “Warren, ¿Qué estás haciendo
aquí? Faltan diez minutos para el servicio de la mañana.” Él me dijo, “¡Erwin Lutzer! Estoy
enfermo, me dirijo a casa, ¿Puedes predicar por mí esta mañana?

Ankerberg: ¡La pobre Rebecca casi se muere!

Lutzer: Sabes, me dirigí a Rebeca y le dije, “Cariño, ¿Está bien si predico en la Iglesia Moody
esta mañana?”. Y ella por supuesto dijo “Claro.” Así que me fui a la parte de atrás, tomé un
sobre, y escribí el bosquejo de un mensaje que había predicado anteriormente, obviamente,
acerca de la Renovación de la Mente basado en el Salmo 1. Y John, esto es increíble, pero
cuando me puse en pie – no en el púlpito, obviamente, pues estaba al lado en la plataforma junto
al púlpito – medio serio, quizás, medio bromeando también, algo dentro de mí dijo: “Si alguna
vez ellos te llaman, di que “Sí”” Muy bien, predique esa mañana. Todo el mundo decía, “¿Quién
es este hombre que predicó sin ninguna preparación y más?”
Nunca llegamos a asistir a la Iglesia Circle. Comencé a asistir a la Iglesia Moody. Y comencé a
enseñar una clase de la Escuela Dominical; y cuando Wiersbe no estaba, siempre me pedía que
predicara, y la gente se acostumbró a mi predicación.
Luego, en el verano de 1978, el Pastor Wiersbe renunció a la Iglesia Moody y, finalmente, tomó
el ministerio de “Regreso a la Biblia.” Y ahora la pregunta era: “¿Quién sería el Pastor?” Así que
me pidieron que fuese el Pastor provisional y el acuerdo fue: que iba a predicar siempre y cuando
no tuvieran un candidato, y eso me hacía feliz. Durante ese tiempo Rebecca se preguntaba si
debía o no llegar a ser el Pastor porque no comprendía muy bien todo lo que estaba pasando, así
que, mientras tanto, animaba al comité a encontrar un Pastor. Y les dije: “Tómense todo el
tiempo que quieran.”
Ahora, John, algo muy notable sucede, recuerdo haber dicho a Rebecca en aquellos días que
llegaría a ser el Pastor de la Iglesia Moody. Esto no fue una declaración orgullosa, de hecho,
estaba temeroso.

Ankerberg: Fue algo que Dios te mostró

Lutzer: Estaba temeroso, pero le dije: “Voy a llegar a ser el Pastor de la Iglesia Moody” y
recuerdo decirle una vez, que “era algo tan cierto como el resultado final de un teorema
geométrico.” Lo que quise decir fue, sabes en geometría si tienes este ángulo, este ángulo, otro
ángulo lo sigue necesariamente, y es como que había visto la mano de Dios escribiendo en la
pared, lo veía venir. Así que después de un año y medio de buscar por un pastor, incluso las
personas en la congregación comenzaron a hablar con el comité y le decir: “¿No se dan cuenta,
Dios ya nos ha traído un pastor?”
Y a continuación, el comité dijo: “Está bien. Ahora vamos en serio. ¿Estás dispuesto a hablar?”
Y yo dije: “Sí, ahora sí, estamos dispuestos a hablar.” Así, llegue a ser el Pastor el 1 de enero de
1980, de lo que ha sido ya algún tiempo, toda mi vida, John, ha sido una vida de providencias.
Déjeme darte otro ejemplo y luego podemos hablar de algunas de las lecciones de la dirección, la
guía del Señor. Sabes, yo no sabía que podía escribir, pero lo que sucedió fue que cuando estuve
aquí en 1969, en Chicago en 1969, asistiendo a la escuela de verano, escribí una disertación
sobre la ética de situación. ¿Te acuerdas de Joseph Fletcher quien enseñó Ética Situacional?

Ankerberg: Sí, me recuerdo la vez cuando que confrontaste a uno de nuestros profesores sobre
ese tema y te enfrentaste en esa discusión.

Lutzer: Bien, ahora, lo que pasó fue, que tome esa disertación que había escrito – cerca de 60
páginas – y ¿Qué hacer con cosas como esas? Lo pones en una carpeta o lo pones en una de las
gavetas de tu escritorio y te olvidas de ella, ¿verdad? Pero cuando estaba asistiendo a el
Seminario de Trinity, asistiendo a sólo una clase, la cual era con John Warwick Montgomery,
alguien a quien ambos conocemos, y a Montgomory le gustaba debatir con personas, y él dijo,
Voy a estar debatiendo con Joseph Fletcher en California”, y me acerque a él más tarde, estaba
temeroso, sabes, aquí esta, el Dr. Montgomery y recuerda, yo solo soy un joven de granja de
Saskatchewan, Canadá. ¿Sabes? Así que le dije, “he escrito una disertación sobre Joseph
Fletcher.” Y él me dijo, “Bien, tráemela.” Se la traje y la leyó en el avión de camino a
California. Y la usó en el debate. Y recuerdo cuando el debate se escribió y se imprimió, había
una nota de pie, para mí, algo como en la página 83 o algo así, y pensé, “¡Wow!” Y recuerdo que
Montgomery regreso y él miro sobre la clase y dijo, “Erwin Lutzer, ¿Quién eres? ¿Dónde estás
sentado? Él dijo, “Sabes, lo que escribiste es tan bueno que debe ser publicarlo.”

Ankerberg: ¡Te podías morir e irte directo al cielo!

Lutzer: pensé que ángeles me sacarían del salón de clases, John. ¡Esto venía de alguien que yo
respetaba mucho y él estaba diciendo que había escrito algo digno de ser publicado! Así se lo di
a la Editorial Moody y me dijeron: “Bueno, tienes que volver a escribirla, tienes volver a ella,
tienes que retocarla. Y en aquellos días, yo no sabía cómo escribir, todo se hacía a mano, los
primeros 10 a 12 de mis libros, todos fueron escritos a mano.

Ankerberg: ¡Vaya proeza!

Lutzer: Todas esas páginas, a dos líneas, sabes, en tamaño folio. Y, tuve que re-escribirlo; y se
convirtió en mi primer libro, La Brecha de la Moralidad. Y sabes, me enganché, desde ese
momento, sabes, por supuesto, he estado escribiendo – No sé, más de 20 libros o lo que sea. Y
creo que todavía tengo que escribir unos pocos más, si Dios me concede la capacidad de vivir – y
todo depende de Dios, pero este es el detalle, John, si no fuera por John Montgomery que me dio
esas palabras de ánimo, ¿sabes lo que pienso? Creo que esa tesis todavía estaría en el cajón de mi
escritorio. Pero eso fue otra providencia en la dirección de Dios.
Recuerdo que cuando estaba en la Universidad Bíblica de Winnipeg, había una chica que me
interesaba, y recuerdo ponerme de rodillas y decir: “Dios, ¿Es esta la chica correcta o no?” Y te
puedo decir, y fue algo como que Dios me dijo: “No” y yo le dije: “Muy bien, eso es suficiente
para mí.” y luego, en Dallas, salí con alguien y eso resultó ser una experiencia muy difícil, fue
una experiencia totalmente diferente, así que no todas mis historias son dulces y
resplandecientes, esto fue antes de que saliera con Rebecca y antes de que nos casáramos, la
relación que tuve fue muy, muy dolorosa, pues pensaba que Dios estaba en ello y, sin embargo
claramente Él no lo estaba, es decir, esa es toda una historia que a veces comparto con los
jóvenes. Pero el simple hecho es que al final de todo, ¿Por qué es que…? ¿Por qué es que Dios
me ha bendecido? Y permítanme hacer énfasis en esto: no tiene nada que ver conmigo, ahora,
permíteme que cuente esta historia.
El verano pasado – y esta entrevista se está realizando en el año 2003, así que estamos hablando
del 2002 – el verano pasado mi padre cumplió 100 años.

Ankerberg: ¡Cien años de edad!

Lutzer: Sí, ahora, recuerda, ellos se casaron – y te comente que por 71 años han vivido juntos.
Mi madre tiene 94 años y ellos todavía, hasta ahora, están en buen estado de salud, en el sentido
de que hablo con ellos; salen a caminar todos los días, ellos toman sus bastones y caminan todos
los días, ellos son una pareja muy linda y piadosa. Pero aquí está la cosa. En su 70 aniversario,
hace un poco más de un año, le dije a mi madre, le dije: “Madre, ¿En verdad sabes los nombres
de todos tus nietos y tus bisnietos? – ¿Sabes, todos estos niños corriendo por allí?” Ella dijo: “Oh,
sí, Erwin, tengo una lista de oración”, y ella dijo, “menciono sus nombres a nuestro Padre
Celestial diariamente” No es de extrañar que tengo dos hermanas y ambas fueron misioneras –
Una en África por más de 30 años, y la otra, ella y su esposo estuvieron en México con los
traductores de la Biblia Wycliffe. Y ya sabes, mis padres a menudo oraban. Ellos decían:
“Cuando llegamos de Ucrania…” y ellos nunca hablaron inglés muy bien y, por supuesto, ellos
se ensañaban a ellos mismos Inglés. Prácticamente, ellos mismos se enseñaron a cómo leer, ellos
leían tanto en alemán como en inglés. Pero ellos decían: “Siempre que oramos, y como no
conocemos bien el idioma, lo suficientemente bien como para compartir el Evangelio, oramos
para que nuestros hijos puedan tener la capacidad de compartir el Evangelio.”
Así que, ellos tuvieron dos hijas misioneras y su hijo menor también ha tenido la oportunidad de
compartir el Evangelio en tu programa, en muchos diferentes púlpitos, y en la Iglesia Moody
todos estos años, esto es algo que es “de Dios”, John.
Una palabra más, espero que esto anime a los jóvenes que nos escuchan.

Ankerberg: Así es.

Lutzer: Ellos pueden decir, “Oh, sí, pero él es el Pastor Lutzer, mira todos los libros que ha
escrito, mira los sermones que ha predicado” y así sucesivamente. Pero creo, con todo mi
corazón, que soy una persona común y corriente, sabes, a veces estoy sentado en mi
computadora escribiendo o preparando un mensaje y no sé lo que debo escribir en el siguiente
párrafo, lo único que hago es clamar a Dios y decir: “Dios, yo no sé qué decir, ¿ayúdame?” Y
Dios me ayuda, y John, creo que he hecho cosas más allá de mi capacidad, incluso más allá de
mi inteligencia, debido a las oraciones del pueblo de Dios y por Dios, en Su gracia, me ha
concedido ciertos dones, y estos son los tipos de dones que Él ha tenido el placer de usar. ¿Por
qué Dios iba a tomar a un chico nacido a ocho kilómetros de un pueblo de 75 personas, entre el
invierno canadiense, en la pradera canadiense, y darle la oportunidad de venir aquí a la ciudad de
Chicago y ser el pastor de la Iglesia Moody, esto hace temblar mi imaginación. ¿Tenemos
tiempo para una nota de pie?

Ankerberg: Sí.

Lutzer: El padre de mi mamá estaba en la ciudad de Chicago, antes de la Primera Guerra
Mundial, estamos hablando de año 1913, su intención era traer a toda su familia aquí, bien, la
Primera Guerra Mundial estalló—o por lo menos se está escuchando hablar de guerra. Él tomó
un barco de vuelta para estar con su familia y eso fue una providencia impresionante, porque ese
fue el último barco que pudo haber tomado, todos los otros barcos después fueron utilizados sólo
para la guerra y de cargo. Así que él, pudo estar con mi madre cuando fueron a Siberia, como he
mencionado, eso fue muy importante porque fue capaz de mantener a la familia unida y hacer el
pan y todo lo demás. Pero cuando estuvo en Chicago ese año, él escribió a la familia y dijo:
“Saben, los edificios en Chicago” – ahora estamos en 1913 – “Los edificios en Chicago son tan
grandes que Dios debe haberlos construido” Pero como saben, y a menudo he pensado, que
quizás, nunca pasó por su cabeza que algún día iba a tener un nieto que sería Pastor en la ciudad
de Chicago.
Pero cuando empiezas a poner todas las piezas juntas, John, y quiero terminar con esta nota – no
se trata de mí; no se trata de lo que he sido capaz de lograr; no es… lo que sea. Es totalmente y
completamente “algo de Dios”, y yo nunca he superado el asombro, porque hay veces cuando
digo: “Dios, ¿Por qué elegiste a la persona menos pensada para enseñar la Palabra y tener los
cargos de responsabilidad como los que Dios me ha dado?” La gloria en su totalidad le pertenece
a Él.
Y quiero decir a los adolescentes y los jóvenes que están mirando, nunca pienses que de alguna
manera yo nací con todas estas habilidades maravillosas. Esto ha sido el resultado de años de
entrenamiento, de duro trabajo, a veces de agonías, de sudor, de lágrimas y sangre, de un montón
de errores, y de vez en cuando hacer algo bien, aprender de mis errores y seguir adelante. Así
que sigue adelante, nunca sabes lo que Dios tiene a la vuelta de la esquina. ¿Sabes una cosa,
John? No podemos ver lo que hay a la vuelta de la esquina, pero Dios sí puede.

Ankerberg: Erwin, gracias por compartir todo eso con nosotros, amigos, quería que escucharan
su testimonio, creo que hay tantas cosas en el testimonio de Erwin, de lo que Dios ha hecho en su
vida que habla a cada uno de nosotros, Así pues, quería que lo escucharan.

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