EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y SUS PROMESAS

By: Carlos Tomás Knott; ©2002
Este es un artículo sobre la extraña devoción Romano católica llamada “El Sagrado Corazón de

Jesús”. En todo el mundo Romano Católico uno puede encontrar devotos al Sagrado Corazón.
Está basado en supuestas promesas hechas por Jesús a quienes reverencian Su corazón y
muestran la imagen en sus puertas o en otros lugares. Cuando examinamos las Sagradas
Escrituras no encontramos nada respecto a estas palabras o promesas supuestamente hechas por
Cristo, sus bendiciones son para y cada uno de los que creen en Él, no sólo para un grupo
especial reducido de devotos.

Traducido y adaptado al castellano por el Licenciado en Teología, Roberto Bautista Álvarez

 

¿Es la creencia del SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS bíblica?

¿Ha escuchado a un corazón hablar? ¿Hace ruido? Es un latido muy conocido—Pero si los
corazones no hablan—a menos que se trate del concepto místico llamado “Sagrado Corazón de
Jesús”, y el “Corazón de María”. A veces lo llaman simplemente “El Sagrado Corazón”. Se suele
colocar sobre las puertas de muchas casas, una imagen en bronce de Sólo el Corazón o de
“Jesús” con el corazón en la mano o abriendo su túnica para mostrar el Corazón, y a veces estas
palabras aparecen debajo de la imagen.

“Lee una y otra vez estas consoladoras promesas, ellas salen de los labios del mismo Corazón del
Hijo de Dios:

  1. Daré a mis devotos la gracia necesaria para su bienestar.
  2. Pondré paz en sus familias.
  3. Los consolaré en sus aflicciones.
  4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y particularmente en la hora de su muerte.
  5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
  6. Los pecadores hallarán en mi Corazón una fuente inagotable de misericordia.
  7. Las almas tibias se enfervorizarán.
  8. Las almas fervorosas llegarán rápidamente a la perfección.
  9. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones de los más endurecidos.
  10. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada.
  11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y

jamás será borrado de Él.

  1. Yo prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso

concederá a cuantos comulguen por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la
perseverancia final: no morirán en mi desgracia ni sin recibir los santos Sacramentos, siendo
mi Corazón su asilo seguro en aquella última hora”.

El catolicismo romano aprovecha la ignorancia que tiene sus feligreses del contenido de la
Biblia. Aparentemente muchos de ellos piensan que Jesucristo realmente dijo estas cosas, lo cual no es cierto. En los sesenta y seis libros de la Sagrada Biblia, la Palabra de Dios, no hay escrita
ni una de estas promesas. Es un texto totalmente falso, sin apoyo ni fundamento bíblico. Dios no
ha dicho estas cosas. El Señor Jesucristo no ha dicho estas cosas. Se las han inventado las
personas que las han escrito, y constituyen una falsa profecía. En Jeremías 23:9-40, Dios
denuncia a los falsos profetas. Dice: “¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que
profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi
pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero?…He aquí
que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: él ha dicho… y hacen errar a
mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé, y ningún provecho
hicieron a este pueblo, dice Jehová” (vv. 26-27, 31-32).

Al igual que en los tiempos de Jeremías, los falsos profetas del romanismo católico pretenden
hablar por Dios, dicen que Él ha dicho, cuando no es así. Por medio de la curia romana se
propagan y se mantienen cosas que no son sino supersticiones medievales y paganas. En nuestra
ciudad, según la Compañía de Jesús, quienes se consideran los guardas de la ortodoxia católica,
junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús. La compañía o sus ayudantes (la Confraternidad
del Sagrado Corazón) se encargan de colocar carteles invitando a todos a participar de los
ejercicios espirituales de devoción al Sagrado Corazón. Reparten un tratado, citan a dos Papas
como aprobando y promoviendo esta devoción como algo “absolutamente necesario”. Entonces,
¿Qué hemos de concluir sino que la Iglesia sella con aprobación y promueve cosas que son
ajenas a la Palabra de Dios y Su santa voluntad?

Pero por lo general el pueblo católico está contento en su ignorancia y no quiere que nadie le
moleste haciéndole pensar. Mantiene a ciegas estas tradiciones, imaginándose que su devoción le
trae bendiciones de Jesucristo, porque es lo que la Iglesia ha enseñado y permitido enseñar. La
realidad es otra. Jesucristo no puede bendecir algo que es un invento de humanos y que falsifica
Su Palabra. Pero en lugar de abrir la Biblia, leerla, y saber de primera mano lo que el Señor Jesús
(no Su corazón) realmente dice y promete en Su Palabra, muchos católicos prefieren sus
tradiciones en lugar de lo que Dios dice. Los que propagan el culto al Sagrado Corazón “hacen
errar a mi pueblo con sus mentiras” (Jer. 23:32), y a todos ellos Dios les llama al
arrepentimiento.
El Señor Jesucristo ha hecho muchas promesas, sí, todas ellas preciosas, pero TODAS ELLAS
están en Su Palabra, la Sagrada Biblia. No promete: “Daré a mis devotos las gracias necesarias
para su bienestar”. Dice en Efesios 1:3 que hemos sido bendecidos “con toda bendición espiritual
en lugares celestiales en Cristo”. Se dice esto a todos los creyentes, no a un grupo especial de
devotos. Cada verdadero creyente en el Señor Jesucristo goza de estas bendiciones. No hay que
buscar más, porque Dios ya nos las ha dado todo lo necesario. En 2 Corintios 12:9 dice: “Bástate
mi gracia”. No dice que si eres más devoto tendrás más gracia. La gracia de Dios no se compra,
no se merece, no se obtiene a cambio de hacer cosas. Si fuera así, no sería gracia, sino deuda
(véase Romanos 4:1-4).
No promete: “Pondré paz en sus familias”, a un grupo especial de devotos, ni dice que
“Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada” (nº10). Dice en
Efesios 2:14 que “Él es nuestra paz”, y lo dice a todos los creyentes. Luego nos instruye a vivir
en paz con los demás, cosa que es nuestro deber. Gálatas 5:22 dice que la paz es fruto del
Espíritu Santo, no resultado de tener el Sagrado Corazón en la puerta o en el pecho como
medalla.

No promete: “Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi
Corazón y jamás será borrado de Él”. La Sagrada Escritura no enseña ni propaga devoción al
corazón de Jesús. Entonces, ¿Fallaron todos los santos apóstoles y los primeros cristianos? De
seguro que no, porque ellos son presentados a nosotros en el Nuevo Testamento como patrones y
ejemplos a seguir. En Apocalipsis 20:15 y 21:27 leemos acerca del libro de la vida del Cordero,
donde cada uno debe tener inscrito su nombre si no quiere ser eternamente excluido del cielo. No
hay otro lugar donde apuntar el nombre, sino en “el libro de la vida del Cordero”, esto es, los que
tienen vida en el Cordero de Dios porque se han arrepentido de sus pecados y han confiado en el
Señor Jesucristo para el perdón de sus pecados y la salvación eterna de su alma.

El Señor Jesús no emitió ninguna de las 12 promesas del Sagrado Corazón. Todas ellas son
inventos de la curia del catolicismo romano. Pero sobre todo, la duodécima promesa es una gran
falsedad: Alega que el Señor Jesucristo ha dicho: “Yo prometo, en la excesiva misericordia de mi
Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a cuantos comulguen por nueve primeros viernes
consecutivos, la gracia de la perseverancia final: no morirán en mi desgracia ni sin recibir los
santos Sacramentos, siendo mi Corazón su asilo seguro en aquella última hora”. Las palabras y
los conceptos de esta supuesta promesa no están en la Palabra de Dios. Búscalas en ella y verás.
Las misas no están en ella. Ni siquiera nombra sacramentos. El favor, el perdón, la gracia y la
salvación de Dios no son cosas que se ganen a base de méritos u obras de devoción. El Señor
colma de bendición a todos los que son Suyos, no a los que se comulguen por nueve primeros
viernes consecutivos. La perseverancia es algo innato en todo verdadero creyente, no en un
grupo especial. Jesucristo dijo acerca de los que son Suyos, “no perecerán jamás” (Juan 10:29),
“no vendrán a condenación, más han pasado de muerte a vida” (Juan 5:24), y Hebreos 10:14
afirma que “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Aquellos que
no tienen esta seguridad de salvación no deberían comulgarse ninguna vez, porque todavía no
son verdaderos creyentes, no han nacido de nuevo, y no pueden celebrar como creyentes la Santa
Cena. Los que todavía están buscando el perdón, es porque no lo tienen. Los que son salvos son
de la familia de Dios, y el Señor no los echará fuera. Él asegura la salvación eterna y
perseverancia de cada uno que verdaderamente ha creído en Él. Y cuando entendemos estas
cosas, dejamos de sentir necesidad de practicar cosas como la devoción al Sagrado Corazón,
porque vemos cuán ajeno es todo esto al sencillo mensaje de la salvación por la gracia por medio
de la fe, según el evangelio apostólico.

Estas falsas promesas son un buen ejemplo de cómo la iglesia de Roma se ha constituido falsa
profetisa, porque alega que el Señor Jesucristo ha dicho cosas que en verdad Él no ha dicho, y
que no hay ninguna constancia de ellas en la Sagrada Biblia, la Palabra de Dios.
Así que, querido amigo lector, si deseas ser devoto del Señor Jesucristo y ser bendecido,
perdonado y protegido por Él, en primer lugar tienes que conocer al Jesús verdadero de la Biblia.
Y para hacer esto necesitas leer Su Palabra. ¿Por qué no comienzas con el Evangelio según S.
Juan, y lees un capítulo cada día, reflexionando después sobre lo que has leído? Pide al Señor
Jesús en oración que Él te ayude a conocerle como Él realmente se revela en Su Palabra, y que
quite de tu corazón y vida todo concepto falso y equivocado. Las bendiciones del Señor
Jesucristo no están en un corazón místico, sino en Él mismo, quien murió en la cruz por tus
pecados. La Biblia dice que Él llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. Sufrió el
castigo que merecemos por nuestros pecados, para que en lugar de ese castigo, Él pudiera
perdonar y salvar eternamente a todo aquel que crea en Él. Nunca dice nada acerca de Su corazón, pero sí, te invita a acercarte a Él mismo. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). El Evangelio según S. Juan relata las palabras
del Señor Jesús en las que Él ofrece perdón y salvación. Lo que Él quiere de ti no es una imagen
en la puerta de tu casa, sino que tú te arrepientas de tus pecados y confíes en Él. Entre estos
pecados está el de practicar devoción a un objeto como el Sagrado Corazón, lo cual es un ídolo, y
el error de creer que por obras de devoción uno pueda ganar la gracia y el perdón de Dios. Deja
todo esto y confía sólo y únicamente en el Hijo de Dios. En Él, no en ninguna imagen de Él ni en
ningún corazón, está la salvación eterna.

 

Carlos Tomás Knott
3RCKnott0402

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